Soy Maria Francesca. Nací en Caracas, Venezuela, el 9 de diciembre de 1970. Mi madre contaba que se enteró al 4to mes de que estaba embarazada; ocho meses después llegué al mundo. Tenía muchas ganas de estar aquí.
Siempre fui petite y eso hizo que mi madre buscara deportes para que me hicieran pegar un estirón. Basquetbol y natación; por mi tamaño no tenía vida para el básquet, pero sí la tuve en natación donde descubrí la potencialidad que había en mí para hacer saltos ornamentales o clavados, un deporte-arte en el que me desarrollé y llegué a ser campeona nacional, representando a Venezuela en los Centroamericanos y Bolivarianos. De este arte me quedaron muchas cosas; permanecen la disciplina, la responsabilidad y el amor a los deportes.
En esa primera época de mi vida estaba dentro de los “husos horarios” que dictan las creencias, las convenciones, pero al graduarme en el colegio y entrar en la universidad (soy Licenciada en Relaciones Industriales de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas), comencé a ser diferente… siempre queriendo más y deseando crear mi propio “huso horario”.
En mis trabajos desarrollé aún más la disciplina y la responsabilidad, pero sintiendo que algo faltaba. Gracias a un buen consejo de una persona amiga, terminé recibiendo sesiones de coaching y a partir de ese momento apareció el primer llamado a la Aventura.
Comencé a buscar información sobre el coaching y sus diferentes modalidades (ontológico, Life, deportivo, corporativo, etc.), y fue así como descubrí la International Life Coaching Academy (ILC Academy) y con ella un mundo nuevo.
Cuando mi vida estuvo centrada en la práctica de los saltos ornamentales, que exigía fuerte disciplina y mucha responsabilidad, aprendí a conocerme, abrir los ojos bajo el agua, vencer los miedos, salir del agua, esperar la puntuación y descubrir el placer de haber ganado.
El haber cursado tanto el Master Life Coach, (USA), así como tener una certificación de herramientas para el coaching deportivo (Uruguay), me hicieron recordar los momentos cuando me disponía a realizar un clavado.
Pararme en el trampolín… es el principio, hay expectativas, miedo, susto: emprender la certificación es el principio hay, expectativas, susticos.
Dar tres pasos hasta llegar a la punta del trampolín… fue similar al camino iniciado de la certificación con la seguridad y certeza de saber que lo que estaba haciendo era lo correcto. Tres pasos hasta la punta del trampolín.
Lanzarme sin duda alguna y realizar el clavado… fueron los últimos meses de ese camino de la certificación. Estar en el aire… es el mismo tiempo de toda la certificación “corta”… Llegar al agua… Culminar mis cursos.
Salir del agua y esperar la puntuación del Jurado sabiendo que mi ejecución había sido impecable, acompañada de un sinfín de sabores: el logro de haberlo hecho, vencer la incertidumbre de mi ejecución, ser una ganadora. Culminar la Certificación y ser una Life Coach tiene esos mismos de sabores.
Prepararme para el próximo clavado, para la próxima certificación, para apoyar a otros a lograr sus propios saltos, a los coachees que han puesto su confianza en mí.